El sesgo cognitivo llamado Bandwagon effect, efecto arrastre o mejor conocido como “subirse al tren” es quizás uno de los más populares y conocidos aunque no necesariamente comprendido a profundidad.

La definición de diccionario de este sesgo es la siguiente: fenómeno por el cual la velocidad de adopción de creencias, ideas o modas incrementa conforme aumenta la adopción total. En pocas palabras, entre más gente se suba al tren más gente querrá seguir subiéndose.

A todos nos ha pasado, muchos nos “subimos al tren” del “Chicharito” después del mundial de fútbol, en 2010. Muchos hemos visto alguna serie de televisión solo porque todos en la oficina o en la escuela pareciera que platican de ella. Cada vez hay más gente que rechaza los popotes en los restaurantes.

Pero que quede claro, el “subirse a un tren” no es ni bueno ni malo en sí. El limitar nuestro consumo de plástico subiéndose al tren del rechazo a los popotes de plástico es seguramente bueno para todos. Tampoco tiene nada de malo disfrutar de alguna serie de televisión por las noches.

Es natural para las personas querer pertenecer a un grupo y no sentirse excluidos, al final de cuentas somos una raza que evolucionó con base en sistemas de tribus: hace miles de años si eras aceptado por la tribu podías acercarte a la fogata y compartir de los alimentos recolectados por los demás, pero si no eras aceptado por la tribu, bien podrías darte por muerto. Esta búsqueda de pertenencia dicta aún en esta época muchas de nuestras acciones.

Pero nos hemos puesto a pensar, ¿cuántas de las decisiones, pequeñas o grandes, que tomamos, todos los días, las tomamos “ya subidos en un tren”? La ropa que usamos, los restaurantes en los que comemos, las películas que vemos, la música que escuchamos, las personas a las que seguimos, los libros que leemos, ¿por qué hacemos todas esas cosas?

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Las recomendaciones son de valor, tan así, que las opiniones se han hecho públicas para verlas antes de elegir un producto.

Probablemente cada persona tendrá una respuesta diferente pero quizás muchas veces todas estas decisiones las tomamos de manera inconsciente y sin darnos cuenta que es nuestro sesgo cognitivo quién está decidiendo por nosotros. En las finanzas e inversiones este efecto se ve representado en su máximo esplendor cuando se da una “burbuja”.

Hace no mucho experimentamos la burbuja de las cryptos. Los precios del bitcoin y demás activos virtuales subían casi por minuto y la gente corría a comprar criptomonedas muchas veces sin siquiera entender o estudiar la tecnología de fondo. Pero eso no importaba, la gente estaba ganando dinero y entre más personas se “subían al tren” más grande se hacía la burbuja, hasta que en un buen día: ¡plop! adiós burbuja.

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Más de uno realizó un tipo de inversión en específico, sólo porque alguien más se lo recomendó y no por intención propia.

No tiene nada de malo que nos guste algo que esté de moda, es más, quizás está de moda por el (mucho) valor que agrega a las personas. Lo crucial aquí es que nosotros mismos seamos conscientes de por qué hacemos lo que hacemos o pensamos lo que pensamos. ¿Por qué vemos esa serie en Netflix? ¿La vemos porque el interés es genuino? ¿La vemos para tener algo de qué hablar con los de la oficina al día siguiente? ¿O porque simplemente no había nada más que ver? Piénsalo.


Por: Mau Devars

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2 comentarios
    1. ¡Hola Luis! Muchas gracias por tus comentarios y por leernos. Todos los días contamos con nuevo contenido, estamos seguros que nuestros tips te serán de utilidad para tus finanzas personales. ¡Gracias nuevamente y un abrazo!

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