Uno de los errores más comunes y con consecuencias más severas es creer que la planeación financiera se refiere únicamente a metas a largo plazo. Sobre todo cuando estamos jóvenes, las decisiones financieras parecen simples, el futuro se ve como algo distante y de lo que no te tienes que preocupar todavía.
Cuando estamos en nuestros veintes o treintas pareciera que tenemos todo el tiempo del mundo para poner nuestros asuntos en orden, pero la realidad es que no es así. Esperar a tener un mejor puesto, a tener más experiencia para ganar más o a que hayamos pasado unos años (que nadie niega sean bien merecidos) de fiesta y diversión es probablemente el mayor error financiero que podrías cometer.
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Todos soñamos con retirarnos de forma digna y así disfrutar de nuestros últimos años cómodamente y sin preocupaciones, utilizando todo nuestro tiempo libre para viajar y perseguir nuestras pasiones. Para muchos, la opción más sencilla para lograrlo es tomar una cantidad de dinero e invertirla lo más pronto posible, para que cuando por fin lleguemos a nuestra edad de retiro ese dinero se haya multiplicado y esté esperándonos. Si esto suena como algo que solo las personas acaudaladas podrían lograr, la sorpresa es que esto es sólo un mito, y cualquier persona puede aspirar a que este sueño se haga realidad, eso sí, con un poco de esfuerzo y disciplina.
La planeación financiera no es sinónimo de “el dinero para mi retiro”, sino es una estrategia que se debe poner en práctica para aprender a utilizar el dinero de forma que nos ayude a vivir la vida que queremos. Y es aquí donde incluso las decisiones financieras que hacemos hoy, que pueden parecer insignificantes, toman más relevancia para aplicar la estrategia y llegar a la meta.
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Un ejemplo de estas decisiones financieras que hacemos hoy y que tienen un gran impacto a futuro es la compra de un bien que requiere una inversión significativa, como por ejemplo sacar un carro de la agencia o, más aún, comprar una casa. Si no estamos en una situación que nos permita hacer este tipo de compras y pensamos que “esto será lo primero, ya luego veo cómo me ocupo de lo demás”, ¿cómo queremos que nuestro dinero nos rinda y nos permita alcanzar metas? Las deudas llaman a las deudas; una casa conlleva muchos más gastos que sólo la inversión en el inmueble.
Otro error común es evitar a toda costa acudir a recibir asesoría financiera de un profesional. Si bien es cierto que todos podemos aprender sobre finanzas, no podemos esperar convertirnos en expertos de la noche a la mañana, y mucho menos sin ayuda. Acudir con un profesional puede ser una acción sencilla que tenga repercusiones inmensurables en tu futuro.
Planear requiere esfuerzo; es más fácil dejarnos llevar por el momento y enfocarnos en el ahora, y aunque está bien que vivamos en el ahora de vez en cuando, nuestra responsabilidad cuando se habla de temas financieros es siempre pensar en el futuro. Entonces, ¿qué cosas que estamos haciendo ahora están disminuyendo nuestras oportunidades de tener un mejor futuro? Cosas tan pequeñas como un vicio o gastar dinero de más en diversión pueden parecer inofensivas, pero a la larga no lo son.
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Recuerda que las decisiones a corto plazo tienen un gran impacto en tu futuro. Ninguna decisión que tomes en tu vida estará aislada; esto quiere decir que todo tendrá consecuencias más adelante. Lo mejor que puedes hacer desde este momento es sentarte y dedicar tiempo a hacer un plan de lo que quieres lograr, así tendrás una perspectiva más clara de lo que debes hacer para alcanzarlo. Encuentra el balance sano entre disfrutar el ahora sin descuidar el mañana, y sobre todo, no te dejes que las distracciones sin importancia te quiten los ojos de la meta.
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